Sígueme en YouTube Sígueme en Facebook Sígueme en Instagram Sígueme en WhatsApp Sígueme en TikTok  Sígueme en Twitter

La falsa alegria. (Cuento)

 

 Máscara, Ocultar, Modificado, Mascarada

 

Leyendo los estados que la gente acostumbra a poner en sus redes sociales, donde expresan su gran felicidad, su libertad, sus alegrías y donde parece que nada les coloca sombras, viene a mi memoria, la historia de la Tia Felicita, un personaje de los tantos y tantos que conocí en mi infancia, era un tiempo donde no habían redes, pero que parece que renace hoy entre esa maraña tecnológica


La tía no era mi tía, era vecina nuestra, ademas era una mujer muy bella,  de ojos grandes y cabellos negros era demasiado alegre, toda risa, no había fiesta donde no fuera invitada, allí bailaba, cantaba reía a carcajadas, los sobrinos la buscaban para que les contara historias de felicidad, y los demás muchachos la veíamos con  ojos enamorados, ya eramos adolescentes y aquella mujer era muy bella, los novios le pedían consejos, los matrimonios le buscaban para que les dijera como afianzar los lazos de amor, cada día la tía parecía mas alegre, a todos le solucionaba la vida y cuando iba por la calle iba cantando y de vez en cuando hasta daba sus pasitos de baile, todo, todo en ella era suprema felicidad.


Pero hasta ahí, mas allá de ella, habían unas cartas que intercambiaba con personajes  que decía eran tan felices como ella, siempre iba al correo y cuando regresaba se encerraba en un lugar a leer y de allí siempre salia riendo con un antifaz nuevo y así pasaba el día con su antifaz mientras reía y reía.

 

La verdad era que se comunicaba con seres tristes, desolados, amargados y llenos de pena como ella, mientras la hermosa mujer le cambiaba la vida a todos la de ella era un laberinto oscuro, sin salida  donde nadie entraba y si era que había entrada para alguien, entonces no tendría salida, talvez en su pasado había un oscuro desamor, una pena no aflorada, una tristeza no contaba o algo tan misterioso que jamas sabremos que era..


Desde niña su abuelo Onesimo le regalo unos cristales azules, en ellos se reflejaba de diferentes maneras y los muchos antifaces que tenia eran regalos que le hacia un misterioso personaje de las costas de Colombia, en una de sus cartas le había escrito diciendo, que había lanzado una botella al mar con unas instrucciones y que buscara cada jueves en la tarde porque según sus cálculos estaba muy cercano el día en que ella se encontraría esa botella, estaba destinada a ser solo ella la que la debía encontrar.


Todos los jueves la tía Felicita salia a recorrer las orillas de la costa del pueblito donde vivíamos, hasta que un día no volvió, cuando nos dimos cuenta salimos a buscarla, gritábamos, la llamábamos, su familia fue donde el comisario a denunciar, pero nada mas se supo, todo fue silencio la tía se perdió, solo la vieja Emerita guardaba silencio hasta que un día le confeso a mi madre, que Felicita por fin había encontrado la botella en la orilla de la playa y antes de irse le confeso que en la botella estaban las claves de la felicidad, se las enviaba el personaje de la costa colombiana quien era un viejo leproso que habitaba en las selvas, en la botella decía que quien llevara tres cristales azules y dos antifaces conocería la felicidad para siempre...Desde ese día, me hago tantas preguntas y no se las respuestas. 


Es que la felicidad se muestra de muchas formas pero detrás del antifaz siempre esta Felicita escondida.


Este cuento esta basado en una tradición del oriente venezolano, conocida como la Caminante.


Obra: Soledad.

Mixta sobre chapa. 

Año 2023.

Colección privada.



Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios